Panorama de las perspectivas | ||
Perspectivas para la Economía Mundial 2010: Panorama general | ||
La fase aguda de la crisis financiera ha pasado y está en marcha una recuperación económica mundial. Sin embargo, la recuperación es frágil y se espera que disminuya su ritmo en la segunda mitad de 2010, a medida que se desvanezca el impacto de las medidas fiscales y monetarias y el presente ciclo de inventarios siga su curso. De hecho, el ritmo de crecimiento de la producción industrial ya está menguando (si bien desde tasas muy altas). En consecuencia, el crecimiento del empleo también se mantendrá débil, y se prevé que el desempleo se mantenga alto por muchos años. La fortaleza total de la recuperación y su durabilidad dependerán del grado en que la demanda en los hogares y el sector empresarial se fortalezca en los próximos trimestres. Aun cuando el escenario base proyecta que el crecimiento mundial se afirmará a 2.7 por ciento en 2010 y 3.2 en 2011 luego de un descenso de 2.2 por ciento en 2009, no se puede descartar un escenario de doble recesión, en el que el crecimiento se aprecie lentamente en 2011, o un fortalecimiento de la recuperación. Los mercados financieros se han estabilizado y se recuperan, pero permanecen débiles. La liquidez interbancaria, medida por la diferencia entre las tasas de interés que los bancos comerciales se aplican entre sí y lo que tienen que pagar a los bancos centrales, ha descendido de un pico sin precedentes de 366 puntos base en los mercados del dólar a menos de 15 puntos base, nivel cercano a su rango “normal” anterior a la crisis. Las monedas, que en todo el mundo se depreciaron ante el dólar en los días posteriores a la crisis, han recuperado en buena medida sus niveles anteriores. Y los flujos internacionales de capital hacia los países en desarrollo se han recuperado, con un rápido incremento durante los últimos meses de 2009. Asimismo, los costos de los préstamos para los deudores de mercados emergentes se han estabilizado en los trimestres pasados, pero permanecen elevados. Sin embargo, las firmas del sector privado permanecen excluidas de los mercados bancarios internacionales. Además, se puede esperar que el caso de Dubai World y las repercusiones de la reducción en la calificación crediticia de Grecia y México vuelvan a despertar preocupaciones por la sustentabilidad de la deuda soberana tendrán impacto en 2010 en las evaluaciones de riesgo, los flujos de capital y los mercados financieros. La economía real también se recupera. Si bien en octubre de 2009 la producción industrial mundial se mantenía 5 por ciento por debajo de su nivel de un año antes, se está recuperando: la producción tanto en los países de ingreso alto como en los en desarrollo se expandió a una tasa anualizada mayor de 12 por ciento en el tercer trimestre de 2009. En el momento en que una aguda caída en los inventarios contribuyó a un pronunciado descenso inicial en la producción industrial, la estabilización de los niveles de inventarios ha contribuido a un fuerte repunte en la producción, y se espera que este factor apoye la producción industrial, aun cuando las tasas de crecimiento comiencen a bajar. El comercio también se recupera, pero permanece deprimido. Las tasas de crecimiento trimestral se han desplazado hacia territorio positivo en meses recientes, pero el valor del comercio en dólares estadounidenses era aún 17 por ciento menor que su nivel de septiembre de 2009. Los precios más bajos de los productos básicos demuestran que el volumen del comercio ha mejorado, pero aun así es 3 por ciento inferior al de hace un año. Los aumentos más marcados se han dado en los países en desarrollo de Asia oriental y reflejan, al menos en parte, el estímulo fiscal de 4 billones de renminbis (o 12 por ciento del PIB) por parte de las autoridades chinas, que se extiende hacia 2010 (del cual se ha gastado más o menos la mitad). La mayoría del estímulo se ha dirigido hacia materias primas importadas y bienes de inversión. De hecho, en parte gracias al reabastecimiento de existencias, la demanda china de metales clave ha sido de mucho apoyo para los precios de los productos básicos, los cuales han recobrado alrededor de una tercera parte de sus descensos anteriores. Sin embargo, los precios internacionales medidos en dólares estadounidenses, están por debajo de sus niveles de julio de 2008: los de los metales, 20 por ciento; los del petróleo, 44 por ciento, y los de los alimentos, 24 por ciento, En tanto, la demanda global de petróleo es alrededor de 2 por ciento más baja que su nivel máximo de 87 millones de barriles diarios en 2007. La combinación de la caída abrupta de los precios de los productos básicos y la amplia capacidad excedentaria en todo el mundo ha provocado que la inflación mediana en los países en desarrollo descienda de más de 10 por ciento en agosto de 2008 a alrededor de 1 por ciento en octubre de 2009. Los desequilibrios mundiales se redujeron aún más durante la crisis. Esta tendencia podría ser cíclica en su mayor parte, pues se refiere a descensos sustanciales en el déficit comercial estadounidense, al superávit comercial de China y al precio del petróleo. La durabilidad de esta reducción dependerá de la rapidez con que Estados Unidos restrinja sus estímulos fiscal y monetario y el grado en el que la inversión en infraestructura basada en el estímulo en China contribuya a una demanda interna más elevada, más que a una capacidad exportadora adicional. Si bien, en realidad, los efectos de la crisis han sido grandes y serios, la actividad económica en la mayoría de los países en desarrollo se recupera, y se espera que el crecimiento mundial se levante de su anémico desempeño de 1.2 por ciento en 2009 a 5.2 por ciento en 2010 y a 5.8 por ciento en 2011 (ver el cuadro de resumen de pronósticos). Si bien estas tasas se encuentran muy por encima del desempeño promedio de 3.3 por ciento durante la década de 1990, son considerablemente menores que la tasa de crecimiento de 6.9 por ciento que los países en desarrollo promediaron entre 2003 y 2008. Fuera de China e India, se proyecta que los demás países en desarrollo crezcan a tasas promedio de 3.3 y 4.0 por ciento en 2010 y 2011, respectivamente, en comparación con un crecimiento de 5.4 en promedio entre 2003 y 2008. Los países de la zona en desarrollo de Europa y Asia central han sido los más golpeados por la crisis y se espera que su recuperación sea menos marcada, con una expansión del PIB de sólo 2.7 por ciento en 2010 y de 3.6 por ciento en 2011. La combinación del descenso pronunciado de la actividad en 2009 y la recuperación relativamente débil que se proyecta significa que los países en desarrollo operarán todavía 3 por ciento por debajo de su nivel de producción potencial,1 y que el desempleo, aunque en descenso, seguirá siendo un problema grave. Además, en esos países los impactos en la pobreza y el sufrimiento humano serán muy reales. Es posible que entre 30 mil y 50 mil niños más hayan muerto de desnutrición en 2009 a causa de la crisis (UNSCN 2009; Friedman y Schady 2009), y hacia finales de 2010 se espera que 90 millones de personas más de las que hubieran caído en ese estado de no haberse producido la crisis vivan en la pobreza. Pocos de los países más pobres tendrán el espacio fiscal para responder a la dislocación económica causada por la crisis sin asistencia financiera adicional significativa. Se estima que los países AID (los elegibles para préstamos blandos y donaciones de la Agencia Internacional de Desarrollo del Banco Mundial) requerirán de 35 mil a 50 mil millones de dólares más de financiamiento sólo para mantener los niveles actuales de programación, ya no se diga para obtener los fondos adicionales requeridos para satisfacer las necesidades de aquellos que han sido arrojados a la pobreza.2 Peor aún, la recesión puede causar que empresas donantes reduzcan los flujos de ayuda precisamente en el momento en que es más necesario que se eleven. Las perspectivas futuras siguen rodeadas de gran incertidumbre. Incluso la débil recuperación esbozada arriba es insegura. Si el sector privado continúa ahorrando para restaurar los balances, una doble recesión, caracterizada por una mayor desaceleración del crecimiento en 2011, es totalmente posible, en especial al desvanecerse el impacto del estímulo fiscal al crecimiento. Una recuperación más fuerte también es posible, si el inmenso estímulo monetario tradicional y no tradicional que se ha colocado en los países de ingreso alto comienza a cobrar impulso. FUENTE: BANCO MUNDIAL (2010) "PERSPECTIVAS PARA LA ECONOMÍA MUNDIAL" |
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